Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja
En la Urbanización Virgen de la Columna se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, lo único que se conserva del núcleo de población denominado Zaragoza la Vieja, formado por los antiguos cristianos.
El padre Faci, a mediados del siglo XVIII, se refiere a la Ermita y dice que es así llamada por “aver vivido alli los antiguos Chriftianos de efta Ciudad”, y Ximénez de Embún, a finales del siglo XIX, “suponemos que el Burgo es la misma aldea que en lo antiguo se llamó de Zaragoza la Viella, junto a la cual se veneraba en una ermita la imagen que todavía lleva este mismo nombre”
Durante siglos fue iglesia y perteneció a la parroquia de San Miguel de los Navarros de Zaragoza hasta que, por Decreto de 8 de mayo de 1972, pasó, en posesión perpetua, a la Parroquia de El Burgo de Ebro.
En el año 1998, ante el estado de ruina de los edificios colindantes que amenazaban a la Ermita, el Ayuntamiento del municipio ordenó su demolición. Posteriormente realizó obras de consolidación y restauración de todo el exterior de la Ermita y más tarde, de su interior.
En esta ermita se venera la antigua imagen de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, con fama de milagrosa por sus intervenciones en la plaga de langosta de 1421 y en la sequía de 1652, que se apareció a un pastorcillo en el mismo lugar donde hoy vemos su Ermita.
Según la tradición, en una de las persecuciones que padeció Zaragoza, no se sabe si en la de los Gentiles o Arabes, los cristianos que habitaban en el sitio donde hoy está la Iglesia de San Miguel y que veneraban, en una devota capilla, la imagen de Nuestra Señora, fueron expulsados, permitiéndoles habitar “en el término del Lugar del Burgo”, donde cultivaban los campos de aquella ribera, contentos, pero tristes por alejarse de la Santa Imagen que veneraban.
Pero en una tarde del mes de mayo de año indeterminado, un zagal que apacentaba su ganado, al dirigirse a encerrarlo en el corral, las ovejas se pararon ante una grandes matas de esparto negándose a seguir, a pesar de la insistencia de los perros y el pastorcillo. Se adelantó el zagal a la cabeza del ganado y quedó maravillado, al contemplar entre las matas de esparto una imagen de la Virgen rodeada de un halo luminoso. Conocido el hecho por los vecinos del Burgo decidieron edificar en el lugar una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, y se continuó allí el culto hasta nuestros tiempos, “experimentándose entonces y ahora singulares prodigios de N.Sª., a cuya sombra vivieron aquellos antiguos cristianos zaragozanos.” Algunos han afirmado que la S. Imagen que apareció en este sitio fue la misma que antes veneraron aquellos cristianos expulsados.
La imagen de la Virgen de Zaragoza la vieja es una talla en madera policromada, de autor anónimo, que data de finales del XIII. Se trata de una virgen sedente, entronizada sobre un banco con molduras de tipo asimétrico, ya que el niño está colocado sobre una pierna de la madre, en actitud de bendecir y con la bola del mundo en la mano izquierda, como atributo de su poder divino. María se presenta sin corona y con una manzana en la mano derecha, que ilustra el simbolismo de la Virgen como la nueva Eva que venía a salvar lo que se había perdido por ese fruto.
Una vez restaurada la imagen, dado su gran valor, se procedió a hacer una réplica fiel, que es la que se conserva en la Ermita, en tanto que la original se custodia en la exposición permanente del Museo Diocesano de Zaragoza.
El domingo siguiente al 3 de mayo, con motivo de las Fiestas en honor a la Virgen, tiene lugar la tradicional Romería a la Ermita, con celebración de Misa, bendición y reparto de pan y vino, y ricas migas.